El código humano del arte
Por Bea Maeztu
Cuando la lírica emerge y la línea inerte cimenta trascendencia, estamos más
cerca de comprender la esencia del arte. El pintor, escultor y poeta colombiano,
que lleva dos décadas afincado en Europa y activo en su taller de Besalú (Girona),
nos desvela estas inquietudes en exposiciones como la que esta temporada
acoge la Galería Duván en ‘Duvan Meets Bauhaus’. Un nuevo estilo con el que
rescata la vertiente más humanista de la célebre escuela, y que se adhiere a
sus objetos tridimensionales en una amplia gama de piezas digitales y ópticas,
fotoimpresiones, móviles y cerámica, asentadas en el paradigma del poder
transformador del arte.
Duván explora la luz desde un enfoque experimental. En su pintura lo hace a través de la simbiosis entre color y volumen, pero en su obra reciente incide en los cambios tonales, el registro cromático que contiene la luz solar y que materiales como el metacrilato potencian, concentran y expanden para generar insólitas experiencias sensoriales. Con toda certeza, la obra de Duván hay que experimentarla en su tercera dimensión, saborearla, rodearla, interrogarla desde el ojo que la mira, una vivencia única como única es la mirada que la contempla. Sus objetos “buscan la luz, buscan la trascendencia”, como él mismo afirma, aportando ese matiz de subversión de la lógica fría de la física para diseñar arquitecturas imposibles, nutridas de efectos ilusorios, luces boreales y cuestionamientos encriptados que persiguen la liberación del conocimiento.
Sus trabajos previos asientan la exquisitez de ese expresionismo que afina el cubismo, potenciado mediante un trazo muchas veces minimalista no exento de intensidad comunicativa. Pero es en su obra actual donde la mecánica se torna poesía, donde el tiempo desaparece para dar lugar a un fascinante diálogo que interroga acerca de todo. El artista busca convertir el tiempo en discurso, gracias a un proceso de descubrimiento y un espacio en el que lo temporal se convierta en narración. Así, es posible reinventar las palabras, que ya no funcionan en el presente, porque encierran significados obsoletos y ofrecen incógnitas, para así poder resignificarlas en una realidad nueva que se inserte en su propio contexto, y que combata la rigidez. Diferentes respuestas para otras preguntas, disquisiciones planteadas desde el albor de un planeta que surge de cenizas pasadas y requiere, constantemente, horizontes frescos en los que el ser humano se identifique y se vincule… Leer+ Revistart 206