Por Efi Cubero
¿Quién no conoce una trayectoria de excelencia, e imparable como la de este artista, escultor, pintor, arquitecto cuya obra es, en sí misma, un lenguaje?

Un maduro equilibrio de reflexión sobre su propio quehacer artístico. Huir por los cortes o incisiones a través de esas leyes intrínsecas, en una obra intencionadamente representativa, puesto que la escultura necesita el vacío, acaso porque es igualmente el símbolo de la época que ha dejado de vivir de las ensoñaciones y requiere, al contrario que la pintura, múltiples puntos de vista.
Dibujo, pintura y escultura lo entenderemos siempre bajo el corpus reflexivo de su autor, José Luis Pascual, el cual halla la metafísica de lo inmanente sin más explicación que el interior que le dicta su secreto de vida, y de creación, desvelándolo a través de sus composiciones. Desde el principio de su andadura, primero en Barcelona, a contracorriente de las vanguardias más rabiosamente informalistas, luego Ibiza, después Centelles, y en esta última etapa su enraizamiento con la luz paisajista de L’Empordà, donde se instala en 1995 y crea el Espacio de arte KM7, Pascual no ha dejado esa función indagatoria y conceptual que tanto admiramos.
La obra de José Luis Pascual, tan contemporáneamente significativa, ha experimentado multitud de procesos, desde los planos doblados que ahondaban en la tridimensionalidad, altura, anchura, profundidad no sólo de materia, sin perder para nada la esencial dimensión de una mirada que ausculta implacablemente el mundo… Leer + Revistart 217