
Por Bea Maeztu
Construcciones geométricas, impresiones de color y un límpido, pero concienzudo diálogo que tercia en la conversación del arte configura el personal estilo del artista de Tortosa. Jaume Rocamora, quien sostiene a sus espaldas una rica y poliédrica trayectoria, continúa en activo ofreciendo innovadoras ópticas en sus lenguajes experimentales, ya sea con su propia obra o complementando intervenciones artísticas.
Partiendo de las estructuras esencialistas de las formas, enfatiza los vínculos que tienen lugar entre los elementos de sus creaciones, un encuentro prodigioso que se nutre de la geometría y juega con el espacio de una manera sorprendente. Y es que el artista trasciende el humo y el espejismo del artificio, protagonistas tan habituales del panorama contemporáneo, para hallar una verdad más íntima con la que esbozar nuevas estrategias para concebir el mundo que le rodea.
Rocamora se define como artista autodidacta, y aunque desde sus inicios ha gozado de reconocimiento, se ha mantenido fiel a su propia identidad. La firme base de dibujo, que durante tantos años de práctica se ha convertido en su materia prima, le permite ordenar las ideas que fluyen en su mente inquieta, trasladando sobre cartón y papel, superficies predilectas, reflexiones sobre el espacio.
Nada más humilde y extraordinario que acudir a lo primordial para desentrañar los misterios que alberga el universo, una fórmula que desempeña entre lo inédito, el minimalismo formal y técnicas que mezcla en una inagotable coctelera de trazado y estampa. Después del dibujo llegó el collage, y desde entonces Rocamora no ha detenido una expresión artística que invade los soportes proponiendo, desde la sencillez de las formas, irrepetibles secuencias que son solo suyas… Leer + Revistart 212