
Por Bea Maeztu
El estilo de Panisello borda una estela de reconocimiento por el territorio nacional e internacional, ya que sus proyectos y sus cientos de exposiciones se extienden hasta países como Rumanía, en el cual ha desarrollado una fructífera serie de ilustraciones para publicaciones literarias en las que arte, palabra y filosofía conforman un todo. Podríamos dedicar un artículo completo reuniendo los premios y distinciones que ha recibido, partiendo de la afirmación de la calidad su trabajo, pasando por un desarrollo creativo innovador y culminando en el epítome de una obra que reluce en texturas y colores, diseño y originalidad.
2021 le ha concedido, tras décadas de compromiso técnico y creativo, un merecido reconocimiento de la Generalitat de Catalunya con el galardón de la Creu de Sant Jordi, hito que perpetúa el talento del artista en el presente y de cara al futuro de la cerámica contemporánea. Pero también premios como Lo Grifonet, entregado recientemente por Òmnium Cultural en 2020, la Medalla d’Or, entregada con motivo del II Saló Internacional Gran Ducat de Luxemburg o la Medalla de Plata del Gran Prix Internacional de París. Su ciudad natal también ha mostrado un profundo aprecio por el ceramista y, además de haberle nombrado Tortosí del año de 1991, ha sido incluido en el proyecto ‘El llibre Tortosa, 2021: Capital de la Cultura Catalana. 21 personalitats ebrenques de l’art i la cultura que ens han portat fins aquí’, integrándole como parte indispensable de la historia cultural de la localidad.
El Bajo Ebro vio nacer a un artista que hoy se perfila como uno de los grandes maestros de la cerámica contemporánea. Docente y artista, se especializa en cerámica durante sus estudios de artes aplicadas y oficios artísticos que cursó en la Llotja de Barcelona, iniciando una senda de trabajo en multitud de técnicas, desde los murales al rakú japonés, abordando tratamientos de pulidos o rugosidades que recrean la fuerza expresionista de la tierra.
Las formas que alumbra se desenvuelven en una poderosa asimetría orgánica, que confiere movimiento a unas figuras que parecieran moldeadas por la propia naturaleza, pero tras las cuales se halla la mano sensible y experta de Panisello. Su obra imita lo natural, en una simbiosis con el entorno, de fuerte carácter mediterráneo tanto en interiores de olivares de profundas raíces como en costa salada y bravía. Realza las texturas desde el tratamiento del esmalte, añadiendo toques de color, estrías, brillos irisados y moteados de efectos aleatorios, en un compendio celular de organismos dúctiles de gama terrosa y marina que recuerdan a conchas marinas, troncos arbóreos, matrices, lunas y esferas…
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