
Tiziano. La bacanal de los andrios, 1523-26. Óleo sobre lienzo, 175 x 193 cm. Madrid, Museo Nacional del Prado
Se establecía así una conjunción de estímulos verbales bajo imágenes poderosas de personajes mitológicos, amores
y adulterios, poder, tragedia y sensualidad. Contigüidad entre historias terrenales y celestiales en paralelo a la fantasía de un mágico universo en perpetuo cambio de movimiento ascendente, como volutas salomónicas, donde mortales y dioses ascienden y descienden celebrando la vida.
En El Prado, juntos y dialogantes, en la vitalidad de esas Pasiones, los pintores de siempre. Pero sin duda es el magnífico Tiziano un protagonista absoluto. De su sabiduría del color, de tantas cosas, bebieron ellos dejando cada uno la marca de su creadora genialidad.
Por vez primera, se reunían en Madrid las seis ‘Poesías’ que Tiziano pintó para nuestro Rey Felipe II. Monarca de turbadora personalidad al que no terminamos de comprender debido al contraste donde, por un lado, favorecía la heterodoxia de los desnudos en arte y la mirada incisiva y delirante de El Bosco, la espiritualidad no demasiado sujeta a las normas de una Santa Teresa, o de un Arias Montano y, por otro, lo inquisitorial y severo, burocrático y rígido…
Por Efi Cubero