Por Gabriel Andares
Buena parte de la obra de Eizaguirre ha tenido como protagonista a casetas de playas y parasoles, que van desde los blancos y azules donostiarras hasta aquellos de lugares visitados por el artista en otras ocasiones, pero otra constante de su trabajo ha sido la fascinación que el autor siente por las rocas de las escolleras portuarias de zonas como Zurriola u otros paisajes.
Eizaguirre ha tratado estos singulares espacios desde hace muchos años. Estas estructuras, ‘a priori’ rudimentarias, pero de una belleza singular por su marcada y limpia geometría pétrea fascinan sobremanera al artista. En medio del caos del mar, estos cubos macizos rompen los oleajes y liberan al aire grandes dosis de aroma salado y fresco. Cómo unos elementos en estado estático perenne como son estos bloques de hormigón consiguen calmar la furia de las aguas es algo que capta la mirada de Eizaguirre y le inspiran de manera constante en la elaboración de sus bellas pinturas… Leer + Revistart 218