
Texto: Joel Riu
Garrucha, un hermoso pueblo costero de tradición marinera ubicado en Almería, alberga un regalo recientemente desvelado: una calle. Donde encontramos su propio museo de pintura, la calle lleva el nombre de Clemente Gerez, honrando su larga trayectoria y el compromiso artístico que ha ejercido a lo largo de toda su vida en la localidad. Sus orígenes nos remontan al núcleo familiar, donde la pesca era el sustento económico del hogar y la realidad que vivió durante los dos años que pasó recluido en su casa debido a problemas de salud. Fue entonces, mientras observaba y anhelaba el juego y la vida al aire libre, cuando empezó a pintar, sintiéndose arropado por el arte hasta el día de hoy. En una habitación que olía a mar y sabía a sal, encontró papeles de estraza con los que su madre cocía la cebada. En estas circunstancias Gerez empezó a trazar sus primeros dibujos usando los carboncillos que, a montones, ocupaban la hoguera.
Reconocido por su enfoque innovador y su capacidad para fusionar diversas técnicas y estilos, convierte el magín en un acto espiritual, una conexión que trasciende el mundo terrenal. Su pintura está marcada por un vínculo profundo con la naturaleza y la cultura local, mediante elementos que se vislumbran en sus vibrantes paisajes y emotivos retratos. A menudo sus trabajos abordan temas de identidad, memoria y pertenencia, invitando al espectador a reflexionar sobre su entorno y su historia. Su capacidad para transmitir emociones profundas por medio de colores vibrantes nace de los pensamientos que le brotan ante los lienzos en blanco donde imagina una infinidad de posibilidades… Leer + Revistart 225