PRÓLOGO: la fundación de la fábrica de la Cartuja de Sevilla fue posible gracias a la influencia que las teorías ilustradas tuvieron en la renovación de la mentalidad, pues trajeron consigo una serie de cambios que originaron una revolución industrial. A finales del siglo XVIII, la loza fina de la zona de North Staffordshire era muy conocida y apreciada. También lo era la elaborada por Josiah Wedgwood, quién modificó el proceso de producción en su industria en los aspectos relacionados con la técnica: hornos, tornos, elaboración de las obras por colaje y decoración impresa, con el objetivo de rentabilizar la fábrica e idear un tipo de barro similar a la porcelana. Sus obras se comercializaban por toda Europa como las de Chelsea, Bristol y Staffordshire. Carlos Pickman, antes de poseer la fábrica de la Cartuja, se dedicaba al comercio de productos ingleses en la zona de Cádiz (desde 1822), y después en Sevilla, y cuando creó su propia fábrica trasladó el material, la técnica y los operarios, con el fin de conseguir unas piezas similares, pero producidas en España.