Geometría orgánica
La geometría es el principio esencial que alumbra, ilumina y vertebra las obras del artista Pere Aragay. Una filosofía que se adhiere a sus piezas escultóricas como la humedad impregna un paisaje costero. A su paso, reposa seductoramente en formas y espacialidades recogiendo los principios de una física que nos es íntima, así como afirma certeramente Marta Teixidó, crítica de arte miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte (AECA), a propósito de su obra: “Estamos constantemente rodeados de geometría. Nos envuelve y nos circunscribe en todas las facetas de nuestra cotidianidad, ofreciéndonos bienestar y comodidad”.
Y es que Aragay, formado en el campo del diseño industrial, contempla sus piezas bajo una reflexión holística, cruzada de funcionalidad, pero también con la imaginación y creatividad de quien ve más allá de la forma. El artista logra con éxito capturar el plano preciso, y en él comienza a desarrollar figuras que crecen en el espacio o se alborozan en su ciclo infinito, jugando con los vacíos, las aristas, las curvas, los efectos ópticos de esas geometrías que se repiten y progresan con su lógica intrínseca, y se aderezan con el toque personal de quien, en definitiva, las origina. De igual manera, sus pinturas han logrado encontrar esta senda a través de la paulatina síntesis de un paisaje que se ha sabido geométrico desde el inicio, porque allí reside su razón de ser.
Se podría distinguir una dualidad estilística a la hora de configurar sus creaciones. Por un lado, aquellas figuras que se recrean sobre sí mismas, que se envuelven cíclicamente, se pliegan y sostienen a otras -muchas de ellas pareciera que cobijaran, protegieran o custodiaran a esas otras-, generando un rico contraste no sólo de perfiles, sino también de colores y calidades matéricas. Así, cubos, formas estrelladas, romboides, tubulares o fractales mantienen una…
Por Clara Nada
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