
Por Mónica Yoldi López
La exposición retrospectiva que sobre Nan Goldin (Washington D. C., 1953) presenta este otoño el Moderna Museet de Estocolmo bajo el título ‘This will not end well’ y que posteriormente, viajará al Stedelijk Museum de Ámsterdam, a la Neue Nationalgalerie de Berlín y al Pirelli HangarBicocca de Milán, incluye tanto su faceta de fotógrafa como sus trabajos cinematográficos.
Desde finales de la década de los sesenta, el objetivo de la cámara de Nan Goldin ha documentado el día a día de la comunidad LQBTQ+, de sus amigos o de sus amantes, abordando cuestiones de género, de identidad o de sexualidad. Sus autorretratos y las fotografías de la gente que le rodea tienen una función diarística. Son escenas directas, íntimas, explícitas y perturbadoras que muestran circunstancias a menudo difíciles y descarnadas que actúan a modo de crudo reflejo de la condición humana.
La separación de sus padres y el suicidio de su hermana mayor en 1965 llevan a la artista a abandonar el hogar familiar y a comenzar su característica exploración creativa, plasmando en imágenes, el ambiente en el que se desenvolvía: clubs nocturnos, drag queens o enfermos de SIDA.
Nan Goldin fotografía para documentar y para relatar, porque, como ella apunta, la cámara es su memoria. “Quiero mostrar exactamente cómo es mi mundo, sin glamour, sin glorificación. No se trata de un mundo sombrío, sino de uno en el que hay una conciencia del dolor, una cualidad de introspección”, afirma Nan Goldin en ‘The Ballad of Sexual Dependency’ (1986), una sucesión de diapositivas acompañada de sonido donde sus amigos y conocidos aparecen en diferentes situaciones: practicando sexo, en la ducha, despertándose, inyectándose heroína o en una fiesta. Sus obras, como él documental sobre su vida ‘I’ll Be Your Mirror’ (1996), narran la existencia de la artista y la de los que le acompañan.
En ocasiones, son trabajos de larga duración como ‘The Other Side’ (1992-2021) o ‘Memory Lost’ (2019-2021) que le permiten mostrar la evolución de su entorno y el proceso vital desde su particular perspectiva. “Nunca quise ser fotógrafa -dice Nan Goldin-. Siempre quise ser cineasta. Encontré la manera de hacer películas a partir de imágenes fijas. Hacer presentaciones de diapositivas me permite el lujo de reeditarlas constantemente para reflejar mi cambiante visión del mundo”.
Las drogas y las adicciones están muy presentes en su obra. De hecho, la fotógrafa estadounidense ha pasado por varios tratamientos de desintoxicación que registra en piezas como ‘57 Days’ (2000). Entre 2014 y 2017 fue adicta al OxyContin, fármaco que le fue recetado tras sufrir… Leer + Revistart nº 212