El Anatsui, In the World But Don’t Know the World, 2009. Aluminio e hilo de cobre, 560 x 1000 cm. Colección Stedelijk Museum Ámsterdam y Kunstmuseum Bern. © El Anatsui. Foto de Peter Tijhuis
Que el Museo Stedelijk celebre su 25 aniversario con la adquisición de la escultura mural monumental ‘In the World But Don’t Know the World’ del artista ghanés El Anatsui (1944), puede considerarse como un tipo de declaración. Aún más, porque la han expuesto en la sala grande del primer piso que es el ‘corazón’ del museo. Allí se encuentra rodeada de algunas otras obras de artistas africanos en la exposición ‘Small World Real World’. Con esta adquisición conmemorativa el director Rein Wolfs nos muestra el camino del museo para los próximos 125 años, a través de una ampliación de la colección con arte moderno de África, arte de la diáspora africana.
Con esta adquisición conmemorativa el director Rein Wolfs nos muestra el camino del museo para los próximos 125 años, a través de una ampliación de la colección con arte moderno de África, arte de la diáspora africana. La obra es un ‘tapiz’ gigantesco, deshilachado y ondulado, que al encuentro del espectador que entra en la sala brilla en la luz llena. Todo en esta sala no tiene ni punto de comparación con esa obra, tampoco la también monumental ‘Fȇte Africaine (des hommes et de marionnettes)’ de 2012 del artista maliense Abdoulaye Konaté (1953) en la pared de enfrente. Esa obra muestra figuras hechas con un tejido de retales coloridos sobre un fondo blanco, pero le falta el brillo de la obra de El Anatsui. Además, si uno entra en la sala no puede perderse la obra de Anatsui porque irá a tropezarse directo con ella. Para mí fue una sorpresa, también porque la reconocí en seguida por lo que había visto del mismo artista en Ghana Freedom, el pabellón de Ghana en la Bienal de Venecia. Entonces ya sabía que las obras de Anatsui deben su brillo a las miles de tapas aplastadas, doradas, plateadas o coloridas, y a las tiras de lata, atadas por finos alambres de hierro.
El artista mismo dice que trabaja ya desde hace veinte años con lo que llama “un medio sencillo que tiene mucho que contar”. Cada tapa, una vez la han tocado, ya tiene su propia historia, pero según él su obra artística sólo adquiere voz con el conjunto de todas las tapas. Por el reciclaje de los materiales, asociados con bebidas de todo el mundo, resuenan cuentos que tratan del comercio, el consumismo y el medio ambiente. Las tapas y los restos de latas hacen referencia a un intercambio cultural durante siglos de cerveza de Egipto, ginebra de Inglaterra y ron de las plantaciones de las Indias Occidentales; algo que implicaba también explotación y esclavitud en períodos en los que se usaba el alcohol como aturdimiento o como medio de cambio…..
Por Anita Brus