
Con una composición que nos recuerda irremediablemente al mítico cuadro del ‘caminante sobre el mar de nubes’, Manuel Barro nos propone una reinterpretación del mismo, pero dándole un giro en todo lo relacionado al entorno donde encontramos a esta figura. En vez de una colina, una estepa árida, en vez de azules delicados, tonos rojizos inquietantes y en vez de esponjosas nubes blancas, una niebla densa pero poco definida en formas. Como si de dos caras de la misma moneda se tratase, mientras que la obra de Friedrich representaría la esencia del pensamiento romántico y utópico del siglo XIX, Barro representa, conscientemente o no, la antítesis de estas ideas, el desencanto y sobriedad de pensamiento que surgió desde mediados del siglo XX – Wilderkatz