La pervivencia de la pintura en los muros de dos ermitas de la Hoya de Huesca

Cuando las manifestaciones artísticas parecen perdidas en su propio laberinto, en el que los expertos se empeñan a diario en buscar nuevos vericuetos, pero pocas salidas, resulta gratificante topar con la obra de un realizador que, ajeno a las sorpresas y las novedades, ha dedicado su vida al solo ejercicio del dibujo y de la pintura.
Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, su dedicación a la docencia como profesor de dibujo en bachillerato, que culminó hace unos años en la cátedra del Instituto Ramón y Cajal de Huesca, no ha impedido a Luis Toro desarrollar una trayectoria impresionante como pintor tanto por la cantidad cuanto por la calidad de sus trabajos.
Toro fue un estudiante diligente en la Barcelona de los setenta del pasado siglo y completó sus estudios de pintura con la beca Rodríguez-Acosta en Granada y en la Cátedra de Paisaje de la Escuela de Bellas Artes de San Jorge de Barcelona en 1975, una de las más apetecidas por los estudiantes de los entonces escasos centros oficiales que formaban a los futuros trabajadores del arte en nuestro país y que los años transcurridos han visto multiplicarse quizás en exceso.
El dominio de las dos facetas del sistema de comunicación que ha elegido para transmitir sus ideas y sus sentimientos, el dibujo y la pintura, constituye sin duda la característica más relevante…
Por Fernando Alvira