
Probablemente son hijos, como todos los demás, nacidos del amor. Desafortunadamente el tiempo los fue convirtiendo en hijos repudiados por sus propios autores, que silban mirando para otro lado disimulando o exhiben un ataque de vergüenza y pudor que les ruboriza cuando se les pregunta por estas criaturas tan diferentes a su obra actual, tan deshilachadas con respecto a la lozanía de sus posteriores hijos. Repasamos tres de estos discos propios rechazados por algunos de los importantes músicos de la actualidad.
Los chulos son pa cuidarlos
Corría el año 1988 del siglo pasado. Muy impaciente por inaugurar carrera discográfica, Alejandro Sanz grabó en tiempo récord de tres semanas su primer álbum, un trabajo que más que por sus mentores pareciera titulado directamente por algún enemigo de la competencia dispuesto a torpedear los primeros pasos de su incipiente carrera. Nos referimos a ‘Los chulos son pa cuidarlos’, que aparecía en el mercado con otro seudónimo no menos vistoso e inolvidable: Alejandro Magno. En realidad, era un trabajo que el productor Miguel Ángel Arenas, definiría bastantes años más tarde como “un disco para buscarnos las castañas” y que para nada tendría que ver con la trayectoria posterior de Alejandro Sanz, mucho más basada en la emoción que en la imperiosa necesidad de intentarlo para ver si por casualidad suena la flauta.
El curioso artefacto estaba producido al alimón por Miguel Ángel Arenas y Luis Miguélez. Básicamente consistía en una pastiche technorumbero de tono humorístico y petardo, que hoy nos remite al más insufrible kitsch celtibérico pero que, por aquella época de finales de los ochenta, parecía tener sus adeptos, una parroquia que se enganchaba a asuntos cañís tan peliagudos como los primeros discos de Azúcar Moreno, los primeros intentos de aquella peineta con gafas oscuras detrás de la que se escondía la cantante Martirio o aquella barca con la que algún día naufragó representando a España en Eurovisión Remedios Amaya… Leer + Revistart 207
Por Juan Mari Montes