Es el sugerente título de una de las series más conseguidas por el artista bilbaíno, y que resumen a la perfección la esencia de su estilo y los géneros que explora. A veces alimentado por el poder de la figuración, otras imbuido por el espectro de abstracción, donde no falta la enigmática de las recetas geométricas, Morán realiza una acertada síntesis que no es parte de nada, sino que obtiene sustancia propia sobre la superficie bidimensional. Toda huida del realismo posee una encriptación que en la mayoría de ocasiones es territorio indómito para el espectador y fluido vital para la mente del artista. Partiendo de una ecuación que sólo conocen los pinceles, la tarea del pintor es establecer el canal comunicativo que conecte con la psique general, es acaso esta la función última del arte, después del enunciar, viene el emocionar.
– Por Joana Abril
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Fuerzas vitales y formas primitivas