
Por Carmela González-Alorda
Es sorprendente cómo uno de los mayores genios del arte, guía estético para innumerables artistas, devoción para los historiadores, y sueño de los mitómanos, no haya interesado casi nada a otra de sus artes. Aún más si el lector acierta a recordar la vida inquietante, apasionada y repleta de misterios que fraguó los días del mayúsculo Caravaggio
No obstante, algún testigo de ficción nos ha sido legado, todos ellos contenidos de una valentía especial, ya sea en su lenguaje o en la narrativa, en su desgarro o en su originalidad creativa. Quizá se deba a la dificultad de narrar una vida inenarrable mezclada entre leyendas y mitos, en parte consecuencia por su pasado desconocido y, por otra, debido a la diversidad de opiniones.

En este sentido, la película ‘Caravaggio’ (1986), dirigida por Derek Jarman, liberó todas las hipótesis que muchos historiadores sostienen sobre la presunta homosexualidad del artista. Nigel Terry da vida al protagonista, quien se codea de personas de mala reputación como Lena (Tilda Swinton) y Ranuccio Tomassoni (Sean Bean). En esta versión, la explicación que ofrece el director a la muerte en manos del artista de este último, la fatídica noche del 29 de mayo de 1606, tendría que ver con asuntos pasionales. Sea como fuere, el artista tuvo que exiliarse en Nápoles y abandonar la cuna de su éxito que significó en Roma.
Otro título de ficción relacionado con el artista italiano, aunque de 2011, es ‘I.M. Caravaggio’ (Derek Stonebarger). También de cierto estridentismo, en él se relata cómo un estudiante de arte en los actuales Estados Unidos se considera la reencarnación del pintor. De corte ‘underground’, la película narra las desventuras de una vida corta pero afamada en la que las obras y la vida de Caravaggio se marcan un inverosímil despunte punk… Leer + Revistart 210