Devoción del pintor por un artista como Miguel Ángel
El paisaje balear, la mujer y una geometría disfrazada de formas sensuales. Su particular mundo se forja en una línea de sinceridad, de inspiración en la realidad que le rodea y que no ha abandonado desde que decidiera dedicarse a la pintura. Las tonalidades intensas y vitales de sus composiciones se las debe a una vida que transcurre en una tierra de color, Sóller, un bálsamo mediterráneo repleto de felices anécdotas de juventud, pero también de sujetos predispuestos para ser inmortalizados por unos pinceles ansiosos. De aquí, un salto a la figura donde la plástica se confunde con una tridimensionalidad que se retuerce, entre líneas planas y redondeces turgentes cuyas sombras provocan la sensación de volumen. No es de extrañar la devoción del pintor por un artista como Miguel Ángel… Por Clara Nadal