
En la introducción del catálogo del 150 aniversario del Premio Real de Pintura Libre, que se otorga anualmente en el Palacio Real de la Plaza Dam, el historiador del arte Dominic van de Boogerd repasa los últimos 25 años del evento. Señala que a principios de este siglo los candidatos, en sus obras, mostraban poco o ningún compromiso social, ético y político.
Ahora eso ha cambiado, como muestran las obras expuestas tomadas de entre una selección de los premiados de los últimos años y los nominados de hoy, entre ellos Kenneth Aidoo (Ámsterdam, 1988), Esiri Erherine-Essi (Londres, 1982), Raquel van Haver (Bogotá, 1989), Natasja Kensmil (Ámsterdam, 1973) y Suzan Drummen (Ámsterdam, 1963).
Según van de Boogerd la temática más abordada en los pintores actuales se deja explicar por un cambio en el mundo de los participantes, que a lo largo de los años se ha vuelto cada vez más diverso. Hoy en día cada vez más estudiantes extranjeros estudian arte en institutos holandeses y aportan más ‘perspectivas globales’, algo que ha traído consigo un nuevo enfoque tanto en la pintura como en su contexto. Como resultado, el jurado se ve enfrentado cada vez más a la pregunta de si también deben considerar el género, el color de la piel o el origen del autor en su juicio sobre las obras.
Los administradores de la exposición actual indican (también en el catálogo) que eligieron aquellas obras de arte que “cuestionan, estiran, derriban o reconstruyen fronteras”. Además de las fronteras culturales e históricas, también se trata de aquello que se correspondería menos con las expectativas tradicionales de lo que es la pintura… Por Anita Brus
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