La quimera barroquizante de la artista tinerfeña suma en sus cuadros una evolución artística que sostiene décadas de creación. Nacida en Santa Cruz, Lecuona se formó en la Academia de San Fernando de Madrid, comenzando a exponer desde joven en una imparable trayectoria repleta de exposiciones, encuentros, colaboraciones internacionales y encargos fuera de serie desde Los Ángeles hasta el Vaticano. La artista se adentra en universos de simbolismo onírico, inicia sendas de figuración que, con los años, va deformando y carnavalizando hasta sus límites, coqueteando con la abstracción y el feísmo. Cuando más auténtica se torna es en sus galerías de retratos. Retratos que afirma no son tal, ya que construye en ellos todo un cosmos atiborrado de enigmas y diseños barrocos dignos del caos excéntrico y excesivo del Barón Münchausen. Elena Lecuona mira directamente a los ojos del Arte, con mayúsculas. Su técnica es exquisita, conoce los derroteros del dibujo, la anatomía y otros clásicos, y esta es la base para que en sus lienzos sea capaz de emborrachar la realidad en una ficticia senda de liberación formal…
- Por Bea Maeztu