Por Bea Maeztu
Aire, cielo, luz, mar, tierra y senderos discurren por la obra del pintor de la Garrucha, conocido como el ‘maestro de la luz’. Sus cuadros precisan realidades pasadas y presentes, con el mimo de quien las ama y la serenidad con la cual permanecen en la cadencia de los días, que transcurren sin que el tiempo las macule.
Sus poesías pintadas forman parte de una gran exposición itinerante que durante el primer trimestre del año han compartido su belleza junto a la magnífica campiña francesa, culminando en el Alto Loira. Las treinta y siete obras presentadas en ‘Sol del Sur’ concentran pequeños universos silenciosos, abandonados en la memoria por un mundo acelerado, pero reclamando el signo impertérrito de lo que no muere.
La suave espátula de Gerez se desenvuelve como un poema sin voz, versos que son trazos incorporados con el ritmo de un canto que quiere ser luz. Así lo refería Lorca: El canto quiere ser luz. / En lo oscuro el canto tiene / hilos de fósforo y luna. / La luz no sabe qué quiere. / En sus límites de ópalo, / se encuentra ella misma, / y vuelve.
El poeta granadino es uno de los motivos de esta serie artística, y pareciera que su duende recorre, a su manera, la brisa, las arenas, los caminos salpicados de cactáceas, el oleaje bravío que grita en la cautividad de lo cotidiano, golpeando o acariciando las maderas longevas, y la cal blanca que envuelve como una bruma luminosa los edificios que de noche relucen en plata y luna… Leer+ Revistart 210