Por Gonzalo Rodríguez Gómez
Por mucho que a uno le expliquen el tiempo que debieron dedicar los incas a observar el cielo, cuesta creer que éstos fueran capaces de calcular los ciclos solares y dominar el calendario. Basta con pensar en el intihuatanade Machu Picchu, aquel misterioso monolito que les anunciaba el año nuevo durante el solsticio de invierno, para preguntarnos cómo demonios lograban orientarse con tanta precisión.

En este sentido, la exposición que el Bildmuseet de Umeå, Suecia y el Museo MACBA de Barcelona dedican a Nancy Holt (Worcester, Massachusetts, 1938- Nueva York, 2014) es reveladora, no solo por tratarse de la muestra monográfica más completa de la artista norteamericana en Europa, sino especialmente por prestarnos su mirada inquisitiva.
Gran parte de sus proyectos giraron en torno a procesos de tránsito y a visibilizar fenómenos lumínicos, como los que llevó a cabo al noroeste de Utah o cuando se trasladó a Galisteo (Nuevo México), pero lo que realmente motivó cada uno de sus proyectos fue el encuentro de culturas ancestrales en lugares arqueológicos. Si bien los bloques labrados del imperio Inca debieron sorprenderla, no es menos probable que quedara profundamente impresionada por los petroglifos de Sun Dagger en el Cañón del Chaco. La cercanía de esta cima conocida como Fajada Butte con Galisteo, así como el hecho de que los Indios Pueblo construyeran estas marcas calendáricas, bien podrían haber influido en su obra más conocida, ‘Sun Tunnels (Túneles solares)’, realizada entre 1973 y 1976, … Leer + Revistart-219