
Por Carmela González-Alorda
Parece casi un secreto, uno de esos que los lugareños esconden de turistas torpes, masivos e inoportunos. Entre las callejuelas de la antigua judería de Sevilla, en el famoso barrio de Santa Cruz, se dan cita no una sino dos maravillas patrimoniales aunadas: la Casa Fabiola y la colección Mariano Bellver y Dolores Mejías.
Actualmente, este antiguo palacio acoge una de las últimas propuestas culturales inauguradas en la ciudad, pero en sus orígenes sirvió de vivienda del tesorero real Samuel Levi en la Baja Edad Media. Posteriormente acogió el Convento de Madre de Dios, donde consta la estancia de la reina Isabel la Católica. Sin embargo, la estructura que nos ha legado el devenir de los tiempos data de finales del siglo XIX, cuando fue propiedad, entre otros, de los marqueses de Ríos, y se recibían visitas de toda Europa, como la de Lord Byron en 1809.
Se trata de un ejemplo magnífico de la arquitectura palaciega hispalense, donde el esplendor interior se guarda celosamente bajo un telón de paredes blancas de aparente modestia. Dentro, un gran patio central organiza el edificio a través de dos galerías porticadas, a modo de claustro, y una escalera principal revestida en mármol blanco italiano.
El origen del nombre por el que es conocido la calle y la casa-palacio debe buscarse en la figura del arzobispo británico Nicolás Wiseman, que nació aquí en 1802, y que además escribió la novela ‘Fabiola’ (1854), ficción dedicada a resaltar los valores del catolicismo y sus primeros mártires durante el Imperio Romano. El 11 de octubre de 2018, un mes antes de que falleciera su mecenas, la Casa Fabiola abrió sus puertas como espacio dedicado a la exquisita colección de Mariano Bellver (Bilbao, 1926-Sevilla, 2018), tras su donación a la ciudad 18 años antes. Durante esos casi veinte…
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