Hubo un tiempo en que en nuestra televisión pública se producían excelentes programas musicales y que incluso duraban varias temporadas presentando fantásticos índices de audiencia. Y no. No nos referimos a alguno de esos múltiples concursos en los que la música no es más que una excusa para presentar otro programa de telerrealidad donde compiten aspirantes al oficio, cantantes semiolvidados necesitados de promoción imitando a compañeros de más éxito o famosos escondidos tras un disfraz que acuden a entretener al aburrido espectador.
Nos referimos a auténticos programas dirigidos al buen aficionado a la música pop y por donde asomaban los mejores intérpretes y bandas del momento presentando sus últimos trabajos, concediendo alguna entrevista y hasta, si había suerte, tocando en directo.
En la actualidad, no existen este tipo de espacios (o mejor dicho, existen muy reducidos a su más mínima expresión y emitidos en horarios imposibles), aunque de pronto surgió un programa llamado ‘Cachitos de hierro y cromo’ que vino a reivindicar y homenajear a aquellos legendarios programas a los que nos referimos desempolvando joyas del riquísimo archivo musical de televisión española, para ofrecernos un excelente espacio de música que resultó, aún recurriendo a la nostalgia, un espacio novedoso, fresco, instruido y necesario…
Por Juan Mari Montes